Seis kilómetros del Ozama y el Isabela están afectados por lilas

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Más de seis kilómetros de los ríos Ozama e Isabela han quedado sepultados bajo toneladas de lilas de agua y variedades de gramíneas, que a simple vista, da la impresión de estar en presencia de una llanura angosta de estas especies.

En el trayecto que va desde las cercanías del parque Mirador del Norte, hasta el barrio La Zurza, incluso en menor cantidad hasta el puente flotante de la avenida Francisco Alberto Caamaño Deñó (avenida del Puerto), sus aguas están cubiertas de estas de plantas acuáticas.

En ese tramo, las aguas de los acuíferos dejan escapar un olor pestilente y nauseabundo, fruto de la contaminación que reciben, tanto de las empresas que operan en el casco urbano del Distrito Nacional, como de los asentamientos humanos que los bordean.

A finales de febrero de este año, instituciones públicas y privadas retiraron del río Ozama más de 700 toneladas de lilas y residuos sólidos, en el marco de un proceso de saneamiento que ejecutaron.

Sin embargo, en menos de dos meses, las lilas volvieron a arropar sus aguas, llegando hasta las cercanías del atracadero de los grandes barcos que llegan cargados de turistas.

Si se mira hacia el norte desde el puente flotante, que comunica el Distrito Nacional con Santo Domingo Este, se pierde la vista sin lograr ver agua. Pese a la recurrencia del problema, las autoridades parecen no contar con un plan preventivo para sanear las cuencas de los ríos Ozama e Isabela, afectadas, además, por una urbanización desorganizada y la falta de educación ambiental.

Los especialistas en el área de medio ambiente manifiestan que eliminar las lilas no es el remedio, sino las fuentes de contaminación que las alimentan.