Xuan Lan, experta en bienestar: «Tenemos que volver al ritmo de hace unos años, cuando había tiempo y compromiso»

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La conversación con La buena hija vietnamita, tal como ella misma se ha definido en el título de su último libro editado por Grijalbo, empieza versando sobre conexión. «Es importante tener feeling con un profesor, sea de lo que sea, matemáticas, historia o baile. Porque si no hay feeling, es muy difícil mantener la atención para aprender y la disciplina. Si te enganchas al bienestar con alguien que te transmite buena energía, que te enseña y te explica bien, luego vas a seguir cuidándote, porque te gusta y volver no es un esfuerzo», dice Xuan Lan.

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Hija de inmigrantes vietnamitas, nació en Francia en 1974 con el propósito asumido de ser una buena hija. Al saberse y notarse diferente, sus padres le inculcaron el valor de la educación para integrarse en la sociedad. «La primera preocupación de mis padres era la integración social. Y esto pasaba por estudiar para tener un buen trabajo. La parte emocional, física y deportiva no entraba. Por eso, yo siempre he sentido que tenía que estudiar para estar bien en un entorno donde era distinta físicamente», explica Xuan Lan a propósito del título de su libro.

Tiene millones de seguidores en las redes sociales y en los últimos años ha recibido tantos mensajes pidiéndole que les diera una referencia inspiradora sobre lo que hace en su día a día que decidió escribir un libro que no fuese de yoga. O, al menos, no de posturas, porque el yoga es mucho más que eso, tal como explica Xuan Lan. «La gente cree que el yoga se limita a las posturas que nos ayudan a mejorar el cuerpo, la flexibilidad. Pero tiene una parte de meditación importante, de respiración y filosofía de vida que nos hace reflexionar. De hecho, un buen profesor de yoga no empieza a enseñarte posturas, sino que arranca con una charla filosófica que te hace reflexionar».

Xuan Lan: «Escucharte es una técnica que requiere tiempo, silencio y espacio para aburrirte»

Uxío Da Vila

¿Cómo es ser una buena hija vietnamita?
Es un poco un estereotipo, pero en realidad los vietnamitas son trabajadores discretos y yo lo tengo en mi ADN, por mi educación familiar. Me siento bien así, es una característica de mi carácter. Soy muy trabajadora y bastante discreta. Quizá por eso me ha costado salir de ese patrón.
¿Dejaste de ser la buena hija vietnamita al cambiar de profesión?
Siempre lo seré. Pero ahora he introducido un poco más de mi que antes. Tuve que hacer un gran trabajo espiritual, fue un desafío personal escucharme. Antes no lo hacía, solo escuchaba mis patrones, las pautas de educación que me habían marcado.
¿Cómo fue dejar las finanzas por el yoga?
Gracias al yoga he ganado mucha introspección y he descubierto cosas de mi que no había aprovechado y desarrollado, como la creatividad o ser más empresaria.
¿Qué hace falta para atreverse a un cambio tan radical?
Todos tendríamos que hacer una reflexión en algún momento de la vida y preguntarnos: «¿En qué momento estoy? ¿Me llena? ¿Siento una vida plena?». No se trata de solo del trabajo, son preguntas más existenciales para saber si estás siendo la persona que quieres ser.
¿Y cuál es la clave de esa introspección?
Una persona que quiera cambiar su vida necesita mucha paciencia y tratarse con mucha amabilidad hacia sí mismo, no tiene que ser un trabajo de autocrítica. Tiene que ser un trabajo de autoamabilidad. A veces nos ponemos estándares que no nos corresponden, nos criticamos comparándonos con lo de fuera y yo propongo hacerlo al revés: mirar qué hay dentro para mejorar.

¿Cuánto tiempo te ha llevado a ti lograr ese cambio?
Yo descubrí el yoga tarde, a partir de los 30. El trabajo de introspección lleva tiempo, no se hace de un día para otro. Es técnica, tiempo, escucha, silencio y espacio para aburrirte.
Lo que dices parece ir en contrasentido de la vida moderna…
No tenemos que ir a contrasentido, tenemos que volver a un ritmo que existió hace años, 20 o 30. Antes de que llegara la fiebre por estar en todo a la vez y tener tantos dispositivos. Yo nací con teléfono fijo en casa, quedabas con alguien, ibas y esperabas. Ahora si llegas tarde, escribes rápidamente: «lo siento, no puedo». Antes había compromiso, había tiempo. Tenemos que volver al presente, es una pena que todo sea con prisa.
¿Necesitamos meditar más y relajarnos?
Todo el mundo puede encontrar el bienestar sin sin cambiar totalmente su vida. Solo tiene que encontrar sus propias herramientas y técnicas para detectar cuando hay que ralentizar. El yoga, para mi, es una herramienta muy potente, también meditar. Pero meditar no es un momento de relación ni pensar frente al mar, es un entrenamiento de la mente para crear espacio entre un pensamiento y otro. Estar menos estresados es la consecuencia no el objetivo.

¿Recurrimos en exceso a la tecnología?
Yo no diría que es malo utilizar los avances, sino que necesitamos hacer un ejercicio tecnológico saludable. Nadie nos obliga a usarlo, lo hacemos nosotros solos.
¿Qué tomarías de la cultura oriental para implantar en occidente?
En mi cultura hay algo que es muy importante, el respeto a los demás. De pequeña veía películas que no entendía porque había un humor que para mí era una falta de respeto. Hoy veo cómo los niños como responden y no se si es por generación o cultura pero me choca. El esfuerzo y servicio al otro también se ha perdido.
¿Y de la cultura occidental a la oriental?
En Europa hay una libertad de pensamiento y en Asia la tradición pesa mucho. La mujer es muy libre. En España siento esa oportunidad y tengo suerte de estar aquí. Puedo hacer el trabajo que he elegido y eso no es fácil.

Fotos: Uxío Da Vila

Realiza: Inés Esnall

Maquillaje y peluquería: Laura Bernal



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