Un grupo de migrantes haitianos, que se encuentran de nuevo durmiendo en un campamento provisional en la calle, marcharon este lunes en la capital mexicana para exigir permisos de trabajo e instalaciones que les permitan vivir en condiciones dignas.
Una veintena de haitianos, en su mayoría hombres, se manifestaron desde la plaza Giordano Bruno, en la colonia (barrio) Juárez, donde cientos dormitan desde hace meses, hasta las oficinas del Gobierno de Ciudad de México, en el Zócalo.
La escasa representación, alegaron los organizadores, se debe a que, si todos abandonaban la plaza, temían que las autoridades desmantelaran el campamento, además de que las autoridades apenas destinaron a dos agentes de tráfico para garantizar su seguridad durante la marcha.
«Muchos hermanos haitianos están enfermos en el campamento, es difícil la situación, y no hay acercamiento de ninguno de los tres niveles de Gobierno», expuso a los medios de comunicación Wilner Metelus, presidente del Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afroamericanos (CCDNAM).
«Muchos llevan días sin comer, sin agua para bañarse y quieren quedarse en México, no pueden entrar en Estados Unidos», agregó.
La estancia en México, para la mayoría de haitianos, solo tiene un sentido: trabajar y ahorrar dinero para iniciar una nueva vida o traer a sus familias al país.
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«Estoy en la calle, con sufrimiento, y mis compañeros haitianos que están andando conmigo, hay niños, mujeres embarazadas, durmiendo en la calle. Es una situación difícil, y por eso estamos aquí, queremos documentos para trabajar y ayudar a las familias», dijo Micherson Zeus en entrevista con EFE.
Pese a que la Giordano Bruno fue desalojada por las autoridades hace cerca de dos meses y los migrantes trasladados a un albergue gubernamental en la alcaldía de Tláhuac, en el sureste de la capital, el cierre temporal de este ha vuelto a convertir la plaza en un hervidero de migrantes haitianos.
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En ella, actualmente sobreviven varios centenares de personas, muchos de ellas en grupos familiares con menores de edad, en una aglomeración de tiendas de campaña que se extienden hasta por las calles aledañas.
El campamento está situado estratégicamente a pocos metros de las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), institución con la que la mayoría de ellos tienen una cita pendiente para evaluar su solicitud de asilo y, eventualmente, conseguir un permiso que les permita trabajar en el país.
Micherson, pese a que lleva cerca de dos meses en México, no tiene cita en la Comar hasta el 16 de junio. Otros, como Baptiste Wilguens, de 29 años, hasta el 7 del mismo mes.
«Cuando no tienes papeles (para trabajar) te pueden hacer cualquier cosa, pero con ellos eres independiente, arrendar una casita, comer, bañarte. Lo más importante es ayudar a mi familia», explicó Baptiste, quien huyó de Haití por la inseguridad, pero tuvo que dejar a su hijo de tres años y a su mujer allí.
Los haitianos son la nacionalidad que más solicitudes de asilo han presentado en lo que va de año frente a la Comar, cerca de 18,860, pero la ONG International Rescue Comittee (IRC) denunció a EFE que apenas se resuelven positivamente el 5 % de los casos.