Aracelis Tejada: «Ser maestra de educación especial ha sido un proceso de enseñanza y de enriquecimiento personal»

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LA CALETA, BOCA CHICA. – De los niños con condiciones especiales, la maestra Aracelis Tejada de Pacheco ha aprendido el amor verdadero sin prejuicio, la sinceridad y la tolerancia, y asegura que este segmento de la población escolar puede demostrar a la sociedad que tiene competencia.

Esta es, precisamente, la gran satisfacción de la maestra Aracelis, especialista en Educación Inclusiva para Estudiantes con Discapacidad, quien por circunstancia de la vida tuvo que capacitarse en el área para poder lidiar con su primer hijo que nació autista y colaborar con otras familias en condiciones similares.

Su trayectoria como docente data de 18 años, cuando egresó como licenciada en Educación Básica del Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (ISFODOSU), recinto Félix Evaristo Mejía; sin embargo, desde hace diez años se especializó en educación especial en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

Desde  entonces, labora en el Aula Específica para la Inclusión Educativa de la escuela Patria Mella, perteneciente al Distrito 10-04. Cuenta que su experiencia ha sido significativa porque nunca imaginó ser maestra de educación especial, aunque desde niña le gustó la idea de dar clases.

«Ser maestra de educación especial llega cuando el Dios me elige. Soy madre de Hermen David, mi primer hijo, quien fue diagnosticado con autismo y tuvo muchas complicaciones al nacer. Debido a eso es que me nace el deseo de estudiar educación especial porque cuando el niño tenía cinco años era difícil, no había salida, no había escuela, no había maestros; entonces decidí prepararme en esa área», contó.

Al contar su propia experiencia como madre de un hijo autista (ahora con 20 años) y como maestra en el área, afirmó que es hermoso cuando se puede colaborar y apoyar a otras familias para que sus hijos puedan tener más oportunidades, «todo ha sido un proceso, una enseñanza, un enriquecimiento».

En la actualidad tiene en aula 32 estudiantes, con una sección en la mañana con niños entre cinco y diez años, y otra en la tarde con alumnos de diez a 15 años. Son niños con diferentes discapacidades como Síndrome de Down, parálisis cerebral y con trastornos de Rett.

La maestra Aracelis dijo que el día a día en un aula de educación especial es de muchos retos, pero satisfactorio a la vez, «porque cuando tú haces algo que te gusta te involucras y vives el momento; es gratificante aportar a los niños y a las familias».

La profesora explicó que para trabajar con esos niños se hacen adaptaciones curriculares, con trabajos personalizados, entendiendo e identificando la necesidad de cada estudiante para, de esa manera, brindarle el apoyo que necesita.

Trabaja con los métodos TIP (lúdico), específicamente para niños con autismo, con el ABA, que es el análisis de la conducta aplicada, y con el de lectura global, metodologías que son aplicadas de acuerdo con las capacidades y necesidades del niño.

 La actitud es fundamental

La educadora Aracelis asegura que la actitud es fundamental para ser maestra de educación especial, además de la vocación y la capacitación.

Piensa en sus estudiantes y en el mismo hecho de ser madre de un joven autista y sus ojos se inundan de lágrimas por unos minutos, para luego responder que esos niños significan «todo» para ella.

Entiende que la sociedad necesita más maestros inclusivos, y les da un consejo a los estudiantes de Pedagogía que quieren dedicarse a trabajar con niños especiales: «no les cojan pena porque ellos tienen derecho, pueden aprender, son una caja de sorpresa».

Dijo que le gustaría que haya más maestros para que se pueda suplir las necesidades de las madres «porque hay muchas que tienen sus hijos en las casas debido a las pocas personas que se dedican a esta profesión».

«Me siento satisfecha como maestra porque con los estudiantes que pasaron por mis manos hoy puedo ver el fruto; algunos están en sexto, séptimo grado, en octavo, y hemos visto el avance de ellos y el agradecimiento de sus padres», expresó.

La Muñeca Azul

Con el propósito de poder celebrar el cumpleaños de cada uno de sus estudiantes y como una forma de entrar a su mundo y de conectar con ellos, la educadora creó y personifica a La Muñeca Azul, que representa a una niña con autismo, a través de la cual trata de que las personas puedan entender la realidad de esta condición.

Es casada con Hernán David Pacheco y madre de Hermen David, un joven inteligente que trabaja y ayuda mucho a su madre; también de Jonathan David y de Herlis Marie. Dice que el papel de la familia es fundamental cuando hay un hijo con esa condición.

La maestra entiende que es una puerta de esperanza la que ha abierto el Gobierno, a través del Ministerio de Educación, con la inclusión al sistema educativo de los estudiantes especiales.

«Gracias a esta gestión del Ministerio de Educación nuestros niños pueden contar con un aula específica, con más apoyo y con más inclusión», expresó.

La labor tesonera de esa educadora es también reconocida por el Ministerio de Educación en este mes de junio, en ocasión de celebrarse el Día del Maestro.