En Feria del Libro Madrid RD reconoce a exiliados españoles

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El embajador en España, Olivo Rodríguez Huertas, valoró el gran aporte de los españoles que se exiliaron en República Dominicana en el siglo pasado.

El diplomático hizo las ponderaciones en la apertura a la exposición “El exilio republicano español en la República Dominicana 1939-1940– Más fuerte que la muerte”, en la Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías.

Rodríguez Huertas dijo en el acto que para el país esta exposición tiene un significado especial y busca reconocer a los exiliados españoles que se refugiaron en la isla caribeña en condiciones muy difíciles.

Expresó, además, su agradecimiento a España, dados los aportes realizados por los exiliados, y por haberle dedicado la Feria del Libro de Madrid a la República Dominicana.

Al hacer la presentación de la muestra, el historiador Roberto Cassá, encomiado por Rodríguez Huertas por su profesionalismo y sus valores éticos, recordó los grandes aportes que hicieron los exiliados españoles al desarrollo de las artes y de la educación de la República Dominicana.

Cassá, director del Archivo General de la Nación y descendiente de un desterrado, explicó que esta exposición también fue mostrada en el país hace diez años, cuando se le rindió un reconocimiento a los exiliados y se realizaron investigaciones, paneles y otras actividades que buscaban enaltecer todos sus legados.

Agradecimiento a RD. En la exposición también se dirigió a los presentes Cristina Latorre, presidenta de la Comisión interministerial para la Conmemoración del 80 Aniversario del Exilio Republicano Español, quien expresó su profundo agradecimiento por la muestra que reconoce a los exiliados republicanos.

En ese sentido explicó que se han programado cien actividades para conmemorar el 80 aniversario de exilio español a varios países.

Un testimonio. Al acto fue invitada la señora Margarita de la Villa, quien era una niña cuando llegó a tierras dominicanas, contó detalles del duro periplo que la llevó al Caribe y cómo fue su arribo al puerto de Santo Domingo, donde los niños les lanzaban a los exiliados “chinas”, guineos y chocolates porque sabían que tenían hambre.