El término japonés para designar la naturaleza es shizen. Moldeada por fuerzas históricas y filosóficas distintas de nuestro concepto occidental de naturaleza, la palabra shizen evoca la belleza de cada una de las estaciones del año: el nacimiento de la primavera, la energía del verano, el declive el otoño y la fría muerte del invierno.
El archipiélago japonés está rodeado en su totalidad por el océano y la mayor parte de la tierra está ocupada por cadenas montañosas. En este contexto, la naturaleza tiene la capacidad tanto de nutrir como de destruir; de ahí que shizen trace un camino de máxima admiración y respeto por el mundo natural, así como de aprecio por sus intensos azules y verdes y por nutrir la vida orgánica que alberga.
Hay quien dice que descubrir ikigai equivale a haber descubierto el secreto para ser longevo y feliz. Muchos de nosotros debemos hacer frente a una vida ajetreada y bulliciosa: horarios de trabajo exigentes y obligaciones familiares aparentemente abrumadoras. Sin embargo, ikigai («algo por lo que vivir») es la esencia del disfrute y la motivación que nos impulsa a levantarnos cada mañana y nos mantiene activos cada día. Cada persona tiene su propio ikigai, una combinación de pasión, vocación y misión: la búsqueda de una respuesta a esas difíciles preguntas sobre tus sentimientos y valores – «¿Qué te hace feliz?» «¿Qué es importante para ti?»– traza el camino para hallar el impulso que te hace seguir adelante y recordar que esta fuerza positiva de realización está sujeta a cambios.