Ha sido un mal día de trabajo. Los niños se han portado mal todo el día. Estás estresado. ¿Cómo lo afrontas? ¿Quizás devorando un trozo extra de pollo frito? ¿O metiendo la mano en la bolsa de papas fritas mientras se ubica frente al televisor? ¿Quizás acurrucándose con un recipiente de helado y una cuchara en la cama? Todos nos hemos sorprendido cediendo a la alimentación emocional .
Y, sin embargo, también sabemos que no podemos perder peso sin limitar las calorías que pasan por nuestros labios. Entonces, ¿cómo puede ir más allá de la necesidad de consumir alimentos para corregir sentimientos de ansiedad , enojo o frustración? ¿Y cómo evita que sus hijos caigan en la misma trampa?
La alimentación emocional tiende a ser un hábito y, como cualquier hábito, se puede romper. Puede ser difícil, especialmente si lo ha estado haciendo durante mucho tiempo, pero es posible.
Los problemas de peso a menudo son hereditarios, por lo que la forma más fácil de abordar la alimentación emocional es juntos como familia. No se puede esperar que un niño con sobrepeso deje de comer en exceso bocadillos y comida chatarra cuando otras personas en el hogar los están comiendo.
Aquí hay cuatro consejos que le ayudarán a usted y a su familia a dejar de usar la comida como una solución emocional.
1. Haga su casa saludable.
Empiece por lo obvio: si no hay comida chatarra en la casa, no puede darse un atracón. En su lugar, mantenga los alimentos sin procesar, bajos en calorías y en grasas, como frutas y verduras frescas , hummus y palomitas de maíz sin mantequilla para masticar. Y recuerde que no son solo para sus hijos. Déles un buen ejemplo probando y disfrutando de opciones más saludables.
Eche un vistazo a su refrigerador y a su despensa y reduzca sus tentaciones.
Antes de ir de compras , tómese un respiro, salga a caminar y espere hasta que sus emociones estén bajo control.
2. Averigüe qué provoca la alimentación emocional.
La próxima vez que busque comida reconfortante , pregúntese: «¿Por qué quiero esta barra de chocolate? ¿Tengo mucha hambre ?» Si no es así, trate de averiguar qué emociones está sintiendo. ¿Estás estresado, enojado, aburrido, asustado, triste, solo? Un diario de alimentos, un registro escrito de qué, cuánto y cuándo come, puede ayudarlo a ver patrones en cómo el estado de ánimo afecta lo que elige comer.
Compruebe también cómo se sienten sus hijos. Si eres consciente de los problemas sociales y emocionales que enfrentan, esto te ayudará a guiarlos para que tomen mejores decisiones al lidiar con sus emociones sin comer. Descubra qué está pasando en sus vidas personales. Pregunte sobre la escuela, los amigos y cómo se sienten. ¿Se sienten bien o mal por la forma en que va la vida?
Cuando los tiempos se ponen difíciles, es útil tener algunas formas saludables de manejar el estrés. Usted y sus hijos pueden intentar respirar profundamente, dar un paseo o escuchar música.
A veces, una perspectiva externa puede darte un «¡ajá!» momento que ilumina el camino del cambio. Si tiene problemas para controlar su alimentación emocional, no tema buscar la ayuda de un profesional de la salud mental . Aunque el asesoramiento o la psicoterapia profesionales pueden no ser cómodos para los niños de la escuela primaria, pueden ayudarlo a usted oa los niños mayores a descubrir qué hay detrás de la alimentación emocional y ofrecer ayuda para los trastornos alimentarios .
3. Encuentre alternativas satisfactorias.
Una vez que descubras por qué la comida te hace sentir mejor, puedes idear comportamientos alternativos que pueden ayudarte a sobrellevar la situación en lugar de comer emocionalmente. ¿Frustrado porque siente que no tiene el control? Sal a caminar por el camino que elijas. ¿Herido por los comentarios mezquinos de un compañero de trabajo? Sáquelo en un saco de boxeo o haga un plan de cómo lo va a hablar. ¿Aburrido? Distráigase llamando a un amigo o navegando por Internet.
Si te niegas a ti mismo todas las golosinas, eso puede provocar antojos y atracones. En cambio, permítase comer sus comidas favoritas de vez en cuando y en porciones más pequeñas. Limite la cantidad de papas fritas o dulces colocando algunas en un tazón pequeño en lugar de comérselas sin pensar de la bolsa.
Concéntrese en divertirse y sentirse bien para que sea más fácil adoptar hábitos nuevos y más saludables. Un estudio en una revista de salud británica mostró que los adolescentes eran más propensos a salir a caminar cuando escuchaban que los haría sentir bien que cuando escuchaban que era lo más saludable.
4. Celebre el éxito.
Concéntrese en los cambios positivos que está haciendo, paso a paso. Obtendrá mejores resultados con estímulo que con críticas duras. Por ejemplo, felicite a su hijo cuando saque solo una galleta de la caja en lugar de un puñado.
Cambiar un hábito de comer emocional es un proceso. Ocurrirá cierto retroceso, así que reconozca cuándo sucederá y utilícelo como una oportunidad para planificar cómo lidiará con la misma situación en el futuro.
Los éxitos son más dulces cuando puedes compartirlos. Celebre una semana de alimentación saludable en familia dando un paseo por el bosque, nadando en la noche o patinando juntos. Cuando trabajan juntos para desarrollar mejores hábitos alimenticios, el apoyo que pueden ofrecerse mutuamente y las recompensas que disfrutan pueden no tener precio.