Gran parte de los casos de transmisión del virus SARS-CoV-2, que causa la covid-19 ocurren en ambientes cerrados en los que se inhalan partículas que contienen el nuevo coronavirus.
La mejor forma de evitar esta transmisión en hogares y oficinas sería impedir la entrada de personas infectadas. Pero esto no es algo fácil, ya que se estima que el 40% de los portadores del virus son asintomáticos.
Las mascarillas pueden evitar la liberación al medio ambiente de esas partículas, pero si la persona infectada está en una habitación cerrada será muy difícil contener totalmente el virus.
Soy profesora de ingeniería mecánica en la Universidad de Colorado en Boulder, en Estados Unidos. Y gran parte de mi trabajo se ha centrado en cómo controlar la transmisión en el aire de enfermedades infecciosas.
Mi universidad, las escuelas de mis hijos y hasta legisladores estatales en Alaska me pidieron consejos para garantizar la seguridad de los espacios cerrados en tiempos de pandemia.
Una vez que el virus escapa al aire dentro de un edificio tienes dos opciones: hacer que entre aire fresco desde afuera, o extraer el virus del aire que circula en el edificio.
La importancia del aire fresco
El espacio cerrado más seguro es aquel en el que aire fresco de fuera constantemente reemplaza el aire de dentro.
En edificios comerciales, el aire fresco ingresa usualmente a través de sistemas de calefacción, ventilación o aire acondicionado. En los hogares, en cambio, el aire de fuera suele entrar por ventanas y puertas abiertas, además de grietas.
En pocas palabras, cuanto más aire fresco entre a un edificio desde fuera mejor será. Ese aire que ingresa diluye los contaminantes presentes en el espacio cerrado, se trate de un virus o algo diferente, y reduce los riesgos de exposición para las personas.