Estos aparatos que sirven para aumentar la humedad en la atmósfera de la casa pueden ayudar a preservar la salud de la familia, pero hay que usarlos correctamente para que no ocasionen problemas.
La humedad es la relación que hay entre el aire y el vapor de agua en el ambiente. Cuanto más alta sea el valor de la humedad, más agua habrá flotando en una estancia. Es un parámetro para el que las personas somos muy sensibles, pues variaciones en ella (tanto hacia arriba como hacia abajo) pueden provocarnos problemas de salud, especialmente respiratorios.
Y hay que tener en cuenta que nuestra casa es un pequeño clima que puede sufrir cambios bruscos en la humedad a lo largo del año, generalmente con disminuciones en la misma. En invierno, debido al uso de la calefacción, esta humedad baja. Y en verano, por el propio ascenso de las temperaturas, la humedad también disminuye.
En este sentido, los humidificadores son las mejores herramientas para garantizar que los valores de humedad en nuestro hogar siempre estén en márgenes que promuevan nuestro bienestar. Estos dispositivos, que se venden en formas muy distintas, son básicamente aparatos en cuyo interior hay una cierta cantidad de agua que se evapora y pasa a formar parte del aire.
Especialmente cuando hay niños en casa, que son más sensibles a las afecciones respiratorias, el uso de humidificadores está recomendado. Pero hay que tener en cuenta que hay una serie de contraindicaciones y puntos a tener en cuenta. Por ello, en el artículo de hoy, además de repasar los beneficios para nuestra salud de estos humidificadores, alertaremos también de los posibles peligros que conlleva su mal uso.
¿Cómo deben usarse los humidificadores para evitar problemas?
Los humidificadores son muy sencillos de utilizar. Son dispositivos que deben llenarse de agua y simplemente conectar a la corriente eléctrica. Una vez se ha hecho esto, debe programarse el porcentaje de humedad que queremos en nuestra estancia. Desde este momento, el aparato ya funciona solo liberando vapor de agua al ambiente. Pero hay que tener en cuenta varias cosas.
En primer lugar, habría que utilizar siempre los humidificadores de vapor frío. En el mercado encontraremos de dos tipos: de vapor frío y de vapor caliente. Los de vapor frío evaporan el agua pero sin calentarla, sino mediante ultrasonidos. Por ello, el vapor de agua que liberan está frío o, al menos, a temperatura ambiente.
Los de vapor caliente, en cambio, evaporan el agua a través del calor, por lo que el vapor que sale está altamente caliente. Son más baratos que los de vapor frío pero hay que tener en cuenta que estos incrementen la temperatura de la estancia y, además, en caso de acercarse demasiado pueden provocar quemaduras graves.
En segundo lugar, habría que llenar el humidificador con agua destilada, procurando no hacerlo con agua del grifo. Utilizando agua destilada impedimos que los microorganismos crezcan en su interior, pues muchos patógenos pueden desarrollarse en aguas estancadas, como lo que pasa dentro de un humidificador.
Además, el agua del grifo tiene muchos minerales que pueden acumularse en el humidificador y ser liberados al aire y, si los inhalamos, pueden causarnos problemas de salud.
En tercer lugar, habría que programar el humidificador en un 30-50% de humedad. Valores por encima o por debajo pueden ser más dañinos para la salud que no tener un humidificador. Y es que cuando hay demasiada humedad, el riesgo de que en nuestra casa proliferen los hongos, el moho y las bacterias es mucho más alto.
En cuarto lugar, habría que vaciar y limpiar el humidificador cada día. Aunque utilicemos agua destilada (si se usa del grifo es todavía más importante hacerlo), es posible que crezcan bacterias que pueden ser liberadas al aire y provocar problemas de salud.
En quinto lugar, no debería utilizarse todo el año. En otoño y primavera los valores de humedad en los hogares suelen ser correctos. El problema viene en invierno y verano, pero incluso así no siempre son necesarios. En invierno deberían usarse cuando estamos haciendo un uso excesivo de la calefacción y en verano, cuando las temperaturas son especialmente altas.
Por ello, sería interesante tener un higrómetro en casa, un dispositivo que mide la humedad. En un ambiente agradable la humedad está entre un 40-60%, por lo que si vemos que está por debajo de esto, sí que podríamos utilizar el humidificador.
Y por último, habría que colocarlo siempre fuera del alcance de las personas, especialmente de los niños, ya que no es bueno respirar directamente el vapor de agua. Y en caso de que lo usemos en el dormitorio mientras dormimos, el humidificador tendría que estar a, mínimo, dos metros de distancia de la cama.
¿Cuáles son sus beneficios para la salud?
Necesitamos que en el ambiente haya una humedad adecuada. Y es que cuando el aire está demasiado seco, cosa que significa que hay poco vapor de agua, nuestras vías respiratorias se irritan, se inflaman y somos más susceptibles de sufrir problemas.
En este sentido, los humidificadores presentan muchos beneficios para nuestra salud, siempre que se utilicen como hemos visto anteriormente.
1. Reducen la congestión nasal
Gracias al efecto que tienen sobre la salud del aparato respiratorio, los humidificadores ayudan a reducir la congestión nasal, permitiendo que respiremos mucho mejor. De igual modo, ayudan a disolver las mucosidades y a expulsarlas.
2. Favorecen la entrada de aire a los pulmones
Para la población general pero especialmente en fumadores, asmáticos, personas con alergias y otras afecciones crónicas en las que la entrada de aire a los pulmones es difícil, mantener unos niveles adecuados de humedad es imprescindible. En este sentido, los humidificadores ayudan a que el aire llegue mejor a los pulmones por lo tanto, respiremos mejor.
3. Alivian las molestias del resfriado y la gripe
La gripe y el resfriado son, quizás, las enfermedades más frecuentes en todo el mundo y, además, tienen su mayor incidencia en los meses de invierno, cuando, como hemos visto, hay más problemas para mantener la humedad en el hogar. Gracias al efecto en las vías respiratorias que tienen, los humidificadores son muy útiles para reducir la sintomatología de estas dos patologías.
4. Reducen la irritación de las vías respiratorias
Cuando el aire está demasiado seco, es decir, no hay suficiente vapor de agua en el ambiente, las vías respiratorias se irritan e inflaman muy fácilmente, lo que lleva a tener molestias constantes, picor, tos e incluso a aumentar el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias. En este sentido, al aumentar los niveles de vapor de agua, los humidificadores hacen que las vías respiratorias estén siempre en un buen estado de salud.
5. Disminuyen el riesgo de sufrir infecciones respiratorias
Por todos sus efectos a la hora de mantener saludables las vías respiratorias, los humidificadores reducen el riesgo de que desarrollemos todo tipo de enfermedades respiratorias: gripe, resfriado, laringitis, faringitis, sinusitis…
6. Ayudan a dormir mejor
Dormir cuando hay poca humedad en el ambiente es difícil. Nos cuesta más conciliar el sueño y, además, es más complicado que este sea realmente reparador. En este sentido, utilizar humidificadores en el dormitorio (siempre que se respeten las condiciones de uso que hemos comentado antes) puede ser muy útil para descansar mejor, con todos los beneficios para la salud física y emocional que esto implica.
7. Mantienen la piel hidratada
Que haya unas concentraciones adecuadas de agua en el aire no solo es importante para las vías respiratorias. La piel también necesita una buena humedad para mantener un aspecto hidratado, sano y juvenil. De lo contrario, esta puede secarse.
8. Mantienen el aire más limpio
La humedad hace que el aire circule mejor y se renueve con más facilidad. Un ambiente con poca humedad es un ambiente que se percibe como cargado y donde es difícil respirar. En este sentido y especialmente importante para personas con asma, bronquitis crónica o alergias, es importante utilizar humidificadores.
9. Ayudan a respirar mejor
Cuando hay poca humedad en el ambiente, nos cuesta más respirar. Notamos que con cada inhalación, absorbemos menos aire. Por ello, utilizar humidificadores es una buena manera para sentir que respiramos mejor, algo muy importante para potenciar nuestro bienestar.
10. Reducen los dolores de cabeza
Muchas veces, en invierno y en verano nos duele la cabeza y no sabemos exactamente por qué. Una de las causas más posibles es la falta de humedad en el aire. Y es que esto, junto con el hecho de que se duerme peor y se respira de forma menos efectiva, hace que seamos más propensos a sufrir cefaleas. En este sentido, los humidificadores son una buena herramienta para prevenir los dolores de cabeza debidos a la baja humedad.
11. Protegen la salud de los más pequeños
Los bebés y los más pequeños de la casa son mucho más sensibles que los adultos a los descensos en la humedad. Por ello, en una casa donde hay niños y niñas, es importante tener siempre un humidificador y usarlo (siempre siguiendo las indicaciones que hemos dicho) cuando sea necesario. De este modo, preservamos su salud.
12. Reducen la irritación
Y no hablamos de la irritación de las vías respiratorias. Cuando la humedad es baja, todo nuestro cuerpo se irrita más, con las molestias que esto conlleva. En este sentido, los humidificadores previenen la irritación de ojos, labios, piel…
¿Qué contraindicaciones tienen los humidificadores?
Siempre que se respeten las condiciones de uso que hemos comentado anteriormente, los humidificadores no tienen demasiadas contraindicaciones. Es decir, si programamos adecuadamente la humedad, seguimos la distancia de seguridad, mantenemos a los niños alejados de ellos, utilizamos los de vapor frío, los limpiamos, etc, el vapor de agua en sí no tiene por qué hacernos ningún daño.
Pero si no respetamos estas recomendaciones, el mal uso sí que puede derivar en problemas: quemaduras, proliferación de moho en el hogar, daño a las vías respiratorias, infecciones por parte de bacterias… Por lo tanto, mientras se cumplan con las indicaciones, los humidificadores no están contraindicados para ninguna persona, a no ser, claro, que un médico diga lo contrario.