Ciudad de México.- Desde abril pasado los contagios por covid-19 en Palacio Nacional no han cesado. El virus ha infectado tanto a empleados administrativos como a funcionarios de alto nivel, algunos muy cercanos al mandatario Andrés Manuel López Obrador. Poco han ayudado en prevenir su expansión los laxos protocolos sanitarios establecidos dentro del inmueble. Pese a los casos registrados en el entorno presidencial, López Obrador se resistió durante casi un año a usar cubrebocas en sus reuniones con sus colaboradores e invitados… hasta que el domingo 24 se aisló tras dar positivo al virus.
La conferencia nocturna sobre la pandemia ya había terminado, pero antes de que los reporteros asistentes abandonaran el salón Tesorería de Palacio Nacional, se les llamó a un encuentro detrás del templete, que sirve de escenario al presidente Andrés Manuel López Obrador y sus funcionarios.
Fue el viernes 24 de abril y previo al encuentro estuvo presente el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, quien saludó a varios de los periodistas y se retiró dejando a cargo del diálogo con reporteros al epidemiólogo en jefe de esta administración, José Luis Alomía. El encuentro fue para informarles que cinco días antes ocurrió “un incidente”.
La mayoría de los asistentes había cubierto toda la semana la conferencia nocturna sobre la evolución del covid en México, que suele encabezar el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell. El 20 de abril, un empleado del área de comunicación de la secretaría de Salud llevó a cabo el registro y revisión de gafetes de acreditación en el acceso de la puerta de la calle Moneda. Ya presentaba síntomas que con el paso de las horas se agravaron tanto que al día siguiente, 21 de abril, fue hospitalizado.
Alomía ofreció pruebas a los asistentes que trataron con él y recomendó aislamiento hasta el día 28. Fue el primer evento de riesgo que, hasta donde se pudo corroborar, no tuvo consecuencias en la salud de quienes tuvieron contacto con el empleado.
Los contagios en Palacio Nacional se iniciaron temprano y no han cesado desde entonces y hasta el pasado domingo 24, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que había dado positivo al coronavirus, desapareciendo de la escena pública y dejando a cargo del ejercicio comunicacional matutino a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, a pesar de que ella misma estuvo en contacto con el mandatario en los días previos.
A diferencia de Sánchez Cordero y de la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, que también estuvo en contacto con el presidente el fin de semana (Rodríguez pasó un largo periodo de convalecencia tras dar positivo el 16 de septiembre), otros funcionarios, como el canciller Marcelo Ebrard e inclusive el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, optaron por aislarse en lo que descartaban contagio.
El covid-19 se ha presentado en el entorno presidencial desde el 28 de abril, cuando el titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Ricardo Sheffield Padilla, tuvo síntomas y decidió hacerse la prueba. Un día antes, ya contagiado, había dictado el informe «Quién es quién en los precios de las gasolinas y el gas», con el que suele iniciar la semana la conferencia coloquialmente conocida como “la mañanera”, que encabeza el presidente López Obrador. El fin de semana obtuvo el resultado positivo y comunicó que se aislaría.
Para entonces las medidas sanitarias en Palacio Nacional eran laxas. De hecho el 29 de abril el presidente fue cuestionado respecto a la careta de protección que tanto se negó a usar:
“No me lo recomienda Hugo (López-Gatell). Le pregunté y él ya tiene toda una explicación sobre eso que ya la ha dado. Pídansela. Entonces yo hago caso. Nos vamos así. Cuidándonos todos (con las medidas de suspensión de actividades del Programa Nacional de Sana Distancia).”
Dos semanas después, el 11 de mayo, murió el primer trabajador de Palacio Nacional, Óscar Rodríguez Araiza, jefe de departamento de la Oficina de Atención Ciudadana a cargo de Leticia Ramírez, quien confirmó a Proceso el nombre y el deceso.
Aun así, el presidente López Obrador siguió sin usar cubrebocas –una decisión que le generó críticas a lo largo del año– hasta el pasado 22 de enero, día de su última conferencia de prensa previa a la gira por Nuevo León y San Luis Potosí, así como en la conversación que sostuvo con el presidente estadunidense Joe Biden desde la residencia particular de Alfonso Romo y en la que estuvo acompañado por éste, el canciller Ebrard y una intérprete.
López Obrador sólo usó cubrebocas en vuelos comerciales, una costumbre que adoptó por primera vez el 7 de julio, cuando la epidemia cobraba ya decenas de miles de vidas en el país.
Tampoco usaban cubrebocas los elementos de la Ayudantía; la jefa de Atención Ciudadana, Leticia Ramírez, ni el vocero Jesús Ramírez; no lo usa el jefe de fotografía, Luis Jorge Gallegos, y tampoco lo usan, al menos durante los momentos en que acompañan al presidente en las “mañaneras”, la mayoría de los miembros del gabinete legal y ampliado.