Hace menos de un año el lanzador Jairo Capellán firmaba con los Rojos de Cincinnati dándole alegría a su familia, hoy a ella le toco decirle adiós, tras su muerte este sábado en un accidente automovilístico ocurrido cuando se dirigía a su casa en Villas Agrícolas.
Los restos del prospecto de 19 años llegaron en una caravana al Cementerio Nacional Máximo Gómez, franqueada por varios motores. El féretro estaba rodeado por familiares, compañeros de la academia, conocidos de la familia y vecinos.
Juan Peralta, director internacional de los Rojos, dijo a Diario Libre que están muy tristes por el accidente ocurrido en la Autopista Las Américas que también envolvió a dos jugadores más. El lanzador Raúl Hernández y el jardinero Emilio García, los tres de 19 años.
García y Hernández se encuentran en un hospital de Santo Domingo, donde continuaban este domingo. Los médicos se han abstenido de comentar sobre las lesiones que presentan los dos jugadores.
“Tres muchachos jóvenes con futuro por delante y muy brillante. Buenos y educados trabajadores y verlo en la mañana practicando y dos horas después ver que ya no está con nosotros. Ha sido un día muy difícil”.
Reynaldo Ventura, amigo de infancia y compañero de profesión (Gastronomía) del padre del fallecido, David Capellán, narra que el joven viene de una familia humilde y que fue criado por su madrastra, ya su madre falleció de cáncer cuando tenía un año. Tenía cuatro hermanos.
“Con sus amigos era muy cariñoso, muy amoroso, muy respetuoso, muy obediente. No era no una persona callejera. Siempre fue aplicado en sus estudios. Sus profesores hablan muy bien de él. Con su pelota fue muy inquieto”, dijo.
La familia tenía planes de comprar otra casa. “Nunca quisieron comprarle un vehículo evitando. Y mira lo que pasó en una bola donde venía para su casa. El representaba el futuro de esa familia”.
Ramón Cuaz, pastor de la iglesia de la Alabanza del Señor Jesucristo, ubicada en Villas Agrícolas, donde asiste la familia de Capellán expresó: “Era un joven tranquilo, muy inquieto en cuanto a querer echar para adelante y progresar. Muy de familia y amaba mucho a su papá, era muy entregado a él”.
Junior Tamárez, compañero en la Academia, lo define con un buen muchacho, sano alegre, que nunca estaba triste. “Siempre vivía activo en el terreno de juego, siempre trababa de hacer las cosas bien y con mucho entusiasmo”, agregó.
vía:diariolibre.com