La victoria electoral del ultraderechista Jair Bolsonaro ha generado un clima de aprensión entre periodistas de Brasil. El nuevo presidente electo y su equipo más cercano han asumido una postura de confrontación con los profesionales y medios que hacen artículos contrarios a ellos, imitando la estrategia adoptada por el presidente estadounidense, Donald Trump. El futuro mandatario brasileño y los suyos también empiezan a asumir la jerga preferida de Trump, fake news (noticias falsas), para descalificar las noticias que perciben como desfavorables. Tras la victoria, en su primera entrevista con el mayor canal privado de televisión, la Rede Globo, el militar en la reserva reiteró la línea de confrontación con el diario Folha de S.Paulo, emprendida en precampaña, al afirmar: “Casi todas las fake news que se volvieron contra mí partieron de Folha, ha perdido el prestigio”.
El periodista le recordó que, aunque se declara enfáticamente partidario de la libertad de prensa, ha llegado a desear que un diario (en referencia a Folha) dejara de existir, y le preguntó si como presidente electo defenderá la libertad del individuo de decidir qué leer, ver u oír lo que quiera. Bolsonaro respondió que “por sí solo, ese periódico se acabó (…) en lo que dependa de mí, la prensa que comportarse de esa manera indigna no tendrá recursos del gobierno federal». El diario paulista, el de mayor circulación de Brasil, ha denunciado que Bolsonaro pagó con fondos públicos de su gabinete como diputado, a una funcionaria que cuidaba su casa de veraneo y no trabajaba en la capital, Brasilia, como debería para ganar esa cantidad. Y la periodista de investigación de FolhaPatricia Campos Mello, que reveló una supuesta caja B de Bolsonaro para pagar una red de publicidad masiva en WhatsApp, recibió amenazas y vio cómo su móvil era pirateado para borrarle mensajes y enviar unos favorables al candidato.
La noche electoral, el jefe de prensa del ganador estalló. Cuando se conocieron los primeros resultados electorales, insultó a decenas de periodistas incluidos en un grupo de Whatsapp donde informa de la agenda de Bolsonaro. “Bueno,… ¿No estaba casi empatado? Sois el mayor engaño del periodismo de Brasil!!! BASURA”. Al día siguiente se disculpó.
Todo indica que la postura beligerante de Bolsonaro ha contagiado a sus electores. La encuesta de la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigativo (Abraji) da cuenta de 141 casos documentados de amenazas y violencia contra periodistas que trabajaron en las elecciones. Según la entidad, «la mayoría de ellos se atribuye a partidarios de Bolsonaro», el resto a seguidores del Partido de los Trabajadores (PT).
La directora de Human Rights Watch en Brasil, María Laura Canineu, criticó las agresiones a los periodistas en campaña. «Cualquiera puede discrepar de un reportaje, y debe tener el derecho de hacerlo públicamente, pero amenazar al periodista e incitar a otros a hacer lo mismo no sólo pone en peligro la seguridad personal de los periodistas, sino que perjudica la libertad de expresión y la libertad democracia «, afirmó.
El antropólogo Piero Leirner, profesor de la Universidad Federal de San Carlos y especialista en estrategia militar, describe así los mecanismos por los que el futuro presidente se considera víctima de los medios y de las fake news: «Él consiguió colocar la versión de que los medios de comunicación son, en sí mismos, fake news. De modo que él capitaliza toda la polémica que es expuesta (por la prensa) como muestra de que es el antisistema luchando contra el establishment «. El Partido de los Trabajadores ya creó desconfianza hacia los medios de comunicación en los últimos tiempos cuando se refería a los medios críticos como “el Partido de la Prensa Golpista”.
La corresponsal Sandra Korstjens, del canal de televisión holandés RTL Nieuws, se quejó públicamente en Facebook por el acoso de seguidores de Bolsonaro el domingo en las celebraciones de su victoria en el centro de São Paulo. Uno de ellos incluso la siguió intimidándola durante unos 20 minutos, según su relato. “Fui acosada por distintos hombres que pensaban o que estaba bien tocarme o hacer comentarios sobre mi aspecto”, escribe y asegura que tras cubrir las protestas de los últimos años “nunca había sufrido un acoso de semejante nivel”. La noche electoral dos periodistas locales también fueron agredidas en Fortaleza.
vía:elpais.com