PEKIN (AGENCIAS).- Tras dos semanas de crisis que han puesto a medio mundo en guardia, las autoridades chinas optaron por dar una vuelta de tuerca más a las medidas de control sobre la población para tratar de poner freno a la expansión del coronavirus de Wuhan, que ya suma 361 fallecidos –45 más que el sábado– y unos 14.489 infectados, alrededor de 2.600 más que el día anterior.
En la ciudad de Wuhan, epicentro del brote vírico, las personas que hayan estado en contacto cercano con portadores del virus o que presenten síntomas sospechosos de neumonía –como fiebre, tos o problemas respiratorios– están obligadas a permanecer en zonas de cuarentena centralizadas con efecto inmediato. Hasta ahora, a muchos de ellos se les había ordenado quedarse en casa guardando cuarentena, aunque sin una gran supervisión.
La nueva regulación, que presumiblemente se aplicará a los familiares cercanos de los casos confirmados en Wuhan, no especificó dónde se mantendrá a estas personas bajo observación, aunque sí especificaron que se les proporcionará “alojamiento y comida gratuita, así como cuidados médicos y tratamiento”.
Para los que se muestren reacios a cumplir el mandato, dejaron claro que no tienen alternativa. “Aquellos que se nieguen a cooperar se verán obligados por ley a asistir a las oficinas de seguridad pública”.
Y si ya tenían pocos problemas, ayer China también confirmó un brote de gripe aviar H5N1 en una granja de la provincia de Hunan, región fronteriza con Hubei. En esta explotación agrícola de la periferia de la ciudad de Shaoyang murieron 4.500 de sus 8.000 pollos debido a la enfermedad. Por ahora, no se ha detectado ningún contagio a humanos, algo posible pero no habitual.
Pese a todos estos problemas, a los que se suma la escasez de material médico y el agotamiento de los trabajadores sanitarios tras dos semanas ininterrumpidas al pie del cañón, ayer también se registraron dos noticias positivas. Una, que por primera vez el número de personas curadas (331) superó al de fallecidos (304). Dos, que la promesa hecha por Pekín de edificar un hospital para los pacientes del coronavirus en tan sólo diez días se ha cumplido. Desde hoy, 1.400 médicos militares trabajarán en esas instalaciones levantadas de la nada en semana y media que aportan 1.000 camas más a la ciudad de Wuhan. Se espera que un segundo centro con otras 1.500 camas se termine de construir esta misma semana, todo un alivio para un sistema sobresaturado desde que se inició la crisis.
Más allá de las fronteras chinas, Filipinas confirmó ayer la primera muerte por coronavirus fuera del gigante asiático. Se trata de un varón de 44 años de nacionalidad china que falleció el sábado.
El hombre era el acompañante de una mujer de 38 años también infectada. La pareja voló desde Wuhan vía Hong Kong hasta la isla de Cebú y luego a la ciudad de Dumaguete y, tras sentirse mal, fueron ingresados en un hospital de Manila.
Ahora, las autoridades filipinas están intentando localizar a todas las personas con las que pudieron estar en contacto durante su viaje –en aviones, hoteles y excursiones– para comprobar si alguna de ellas también está infectada por el coronavirus 2019-nCoV.
La noticia de esta muerte llegó pocas horas después de que Filipinas emitiera una prohibición temporal de entrada en el país para los viajeros que hayan pasado por la China continental, Hong Kong o Macao en los últimos 14 días, el tiempo máximo de incubación del virus.