La inflamación de las venas de alrededor del ano es una patología muy frecuente que puede resultar extremadamente molesta, aunque hay formas de prevenir su aparición.
Una vez entrados en la edad de los 50 años más la mitad de la población sufre estas hemorroides, las cuales son patologías molestas y que, en ocasiones, pueden cursar con un dolor muy discapacitante. De hecho, se estima que 3 de cada 4 personas las sufren alguna vez a lo largo de su vida.
Las hemorroides consisten en una inflamación de las venas del interior del recto o de la piel de alrededor del ano que surgen por un aumento inusual de la presión en el ano, generalmente por esfuerzos durante la defecación, aunque como veremos, hay otros motivos que explican su aparición.
El dolor cuando se está sentado, la sangre en las heces, la aparición de protuberancias en el ano, etc, son los síntomas de esta patología tan frecuente para la que, eso sí, existen formas tanto de prevención como de tratamiento.
Por ello, en el artículo de hoy hablaremos sobre las hemorroides, detallando tanto sus causas como sus síntomas, así como las complicaciones en las que pueden derivar, las estrategias de prevención y las formas más comunes de tratamiento, que se reservan para los casos más serios.
¿Qué son las hemorroides?
Conocidas popularmente como almorranas, las hemorroides son una patología vascular en la que, generalmente por un aumento de la presión en la zona del ano por encima de los límites que soportan los vasos sanguíneos, una (o varias) venas de la zona hemorroidal se hinchan.
El tejido hemorroidal es el conjunto de células presentes tanto al final del recto como en el exterior que ayuda a que el ano cumpla adecuadamente con la función de defecar, además de asegurar que llegue mucosa a esta zona. Cuando hay un sobreesfuerzo, es posible que las venas que la conforman se inflamen y prolapsen hacia el exterior, produciendo así la protuberancia característica de estas hemorroides.
Las hemorroides pueden ser internas cuando se producen en la parte final del recto o externas, cuando surgen en la zona externa del ano. Ambas son igual de frecuentes y estas almorranas tienen una especial incidencia a partir de los 45 años, afectando de la misma manera a hombres y mujeres, aunque estas tienen un mayor riesgo de padecerlas durante el embarazo.
Dada su elevada incidencia y que, aunque sean patologías graves, el dolor que causan puede ser muy discapacitante para la persona (especialmente si se prolongan mucho en el tiempo), es importante prevenir su aparición tomando conciencia de algunos consejos relativos a cuidar los hábitos de vida.
De todos modos, no siempre es posible prevenir estas hemorroides, pues surgen por el simple envejecimiento del tejido rectal y anal, el cual pierde sus propiedades con el tiempo y se vuelve más susceptible a que los esfuerzos provoquen esta inflamación. Y aunque muchas veces desaparecen por sí solas a los pocos días, sí que hay formas de tratar los casos más graves, ya sea con remedios caseros, cremas e incluso cirugía.
Causas
Como hemos dicho, las hemorroides surgen por un aumento puntual de la presión en la zona rectal, lo que provoca que las venas se dañen, se inflamen y puedan provocar estos prolapsos (protuberancias) ya sea en el interior del recto o en el ano de forma externa.
La mayoría de veces, el motivo de este aumento de la presión es realizar demasiados esfuerzos al defecar. Por ello, el estreñimiento es el factor más importante a la hora de determinar la probabilidad de sufrir hemorroides. Del mismo modo, la diarrea también puede estar detrás de algunos casos. Todo lo que implique esfuerzos “extra” cuando se está en el baño, puede ser la puerta de entrada a sufrir esta patología.
Pero aunque la mayoría de casos sean debidos a estos problemas en la defecación, el tejido hemorroidal no solo puede dañarse por esta causa. Hay otros factores de riesgo a la hora de sufrir almorranas.
Pasar mucho tiempo sentado, sufrir obesidad, estar embarazada, tener predisposición familiar (y es que el componente hereditario ha demostrado ser importante), trabajar levantando cosas pesadas, hacer excesos en el gimnasio en posturas inadecuadas, tener relaciones sexuales anales, sufrir cirrosis, haber padecido una infección anal…
Todos estos condicionantes hacen más propensa a la persona a sufrir hemorroides, especialmente entrada en los 45 años. Todo lo que implique una presión excesiva en los tejidos del ano y del recto puede provocar hemorroides, y si esto sucede cuando, por el propio envejecimiento, los vasos sanguíneos son más débiles, el riesgo evidentemente es mayor.
Síntomas
Los síntomas de las hemorroides dependen de su localización (en el interior del recto o en el ano), de su tamaño y de si se ha formado en su interior un coágulo sanguíneo o no.
Las hemorroides internas son aquellas que aparecen en el interior del recto, por lo que no son visibles a simple vista ni se observa nada “extraño” en la anatomía anal. Son las menos graves ya que generalmente no da signos de su presencia en forma de dolor.
El principal signo clínico de estas hemorroides es la presencia, a veces, de sangre brillante en las heces, aunque normalmente es en pequeñas cantidades solo observables en el papel higiénico y siempre es un sangrado indoloro. Solo provocan dolor si aparecen en la zona más cercana al ano, pues cuando se defeca pueden prolapsar hacia el exterior y causar molestias. De todos modos, no es lo más frecuente.
Las hemorroides externas son lo que todos entendemos por almorrana. Son las que se forman en el ano y consisten en protuberancias que, dada su localización en el exterior, sí que son observables, palpables y cursan con dolor.
Además del sangrado similar a las anteriormente mencionadas, las hemorroides externas provocan irritación (a menudo extremadamente molesta) de la zona anal, la presencia de un prolapso más o menos grande, dolor, hinchazón y muchas molestias, especialmente cuando se está sentado o se defeca, pues el prolapso es muy sensible y, al sufrir roces o daños, duele mucho.
Pero el verdadero problema es que la sangre, debido a las lesiones causadas, se acumule en estas hemorroides externas y forme un coágulo sanguíneo. Estas almorranas se conocen como hemorroides trombosadas y, pese a que su aparición no es tan frecuente, son las más graves.
Las hemorroides trombosadas cursan con mucho más dolor, la zona del ano está mucho más inflamada, se observa un gran bulto y las molestias son muy intensas, haciendo que sentarse sea prácticamente imposible. Es para estos casos que se reservan los tratamientos.
Prevención
Las hemorroides son el resultado del propio envejecimiento de los tejidos del cuerpo, por lo que es imposible reducir por completo el riesgo de padecerlas. De todos modos, sí que hay formas de prevenir su aparición con sencillos cambios en el estilo de vida.
Para evitar que durante la defecación se deban hacer muchos esfuerzos, es de vital importancia incluir la fibra en la dieta, especialmente cuando se entra en la edad de riesgo. Las frutas, las verduras, los cereales integrales, etc, son fantásticas fuentes de fibra, la cual consigue que las heces sean más blandas y puedan ser expulsadas con mayor facilidad, previniendo así el estreñimiento y, por lo tanto, reduciendo notablemente el riesgo de desarrollar estas hemorroides.
De igual modo, hay otras estrategias que, junto con esta básica y fundamental, deben seguirse para reducir al máximo el riesgo de padecerlas: beber mucha agua, no pasar demasiado tiempo sentado (especialmente en el baño), tratar la diarrea en caso de que se tenga, no contener la respiración mientras se defeca, ir al baño en cuanto se tengan ganas (si se espera, las heces pueden secarse y provocar más problemas), hacer ejercicio regularmente, llevar una dieta sana y equilibrada, mantener posturas correctas cuando se levantan pesos…
Todos estos consejos deben seguirse especialmente en el caso de ser una mujer embarazada, ya que el feto ejerce ya de por sí una gran presión en el tejido anal, por lo que la persona es especialmente susceptible a sufrirlas.
Tratamiento
En caso de que se tengan almorranas (no siempre es posible prevenirlas) es importante tener en cuenta que en la inmensa mayoría de casos, no van dar problemas y, de hecho, desaparecerán por sí solas a los pocos días.
Por ello, lo mejor es aplicar remedios y tratamientos caseros. Las cremas antihemorroidales son muy efectivas tanto para aliviar la sintomatología como para agilizar la desaparición de las almorranas y pueden comprarse en las farmacias sin necesidad de receta.
De igual modo, utilizar ropa interior de algodón, darse baños con agua tibia, evitar rascarse, procurar no estar mucho tiempo sentado, tomar laxante en caso de que el problema sea un estreñimiento grave, evitar el papel higiénico especialmente duro (se puede optar por toallitas desechables), tomar antiinflamatorios de venta libre para aliviar el dolor, etc, son las mejores maneras tanto de paliar la sintomatología como de conseguir que las almorranas desaparezcan cuanto antes.
Solo habría que acudir al médico en caso de que el dolor sea muy intenso y prolongado en el tiempo, el sangrado rectal dure más de una semana, las hemorroides no desaparezcan después de 7 días de aplicar remedios caseros y/o vienen acompañadas de mareos, vómitos o vértigos.
En tal caso, el médico puede recomendarte medicamentos o cremas tópicas más potentes. En excepcionales ocasiones, generalmente relacionadas con las hemorroides trombosadas, es posible que se requiera de un tratamiento más invasivo.
La extirpación quirúrgica de la hemorroide se realiza con anestesia local y, aunque se reserva para los casos más graves que no responden al tratamiento casero ni farmacológico, proporciona un alivio instantáneo y el pronóstico es bueno para todos los pacientes, que se recuperan rápidamente sin mayores complicaciones.