Estos movimientos se producen a tan solo unos días de que la República Popular China celebre el septuagésimo aniversario de su fundación, el 1 de octubre, y meses antes de las próximas elecciones presidenciales en Taiwán, previstas para enero de 2020 y a las que concurrirá la actual presidenta, la independentista Tsai Ing-wen, bajo cuyo mandato -desde 2016- se han deteriorado los lazos con Pekín.
Y los medios locales advierten de que otro estado del Pacífico que todavía mantiene lazos con Taiwán, Tuvalu, podría seguir el mismo camino que Kiribati e Islas Salomón tras elegir a un nuevo primer ministro.
Tsai lamentó la decisión de Kiribati y aseguró que Pekín va a «incrementar la presión» antes de las elecciones, para las que la actual mandataria parte con ventaja en las encuestas sobre el principal candidato opositor, Han Kuo-yu, del Partido Nacionalista (Kuomintang), partidario de mejorar la relación con China.
«China solo tiene un objetivo, que es revertir la situación de las elecciones», denunció la presidenta.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores taiwanés, Joseph Wu, indicó que se pondrá fin a toda cooperación bilateral con Kiribati -entre las que destacaba una misión agrícola y un equipo médico-, y que tanto los diplomáticos taiwaneses en Kiribati como los kiribatianos en Taiwán abandonarán inmediatamente ambos países.
El canciller isleño reveló hoy que el presidente de Kiribati, Taneti Mamau, había pedido a Taiwán un avión comercial, a lo que Taipéi respondió proponiéndole un préstamo, algo que no gustó al mandatario de la pequeña nación oceánica.
«Sabemos que China ha prometido donar ayudas económicas a Kiribati para que puedan comprar aviones comerciales y ferris», aseguró Wu.
«El presidente Mamau y el partido gobernante en Kiribati siempre han fantaseado con China. Mamau ha interactuado activamente con China desde que llegó al poder en 2016. China también ha estado infiltrándose en Kiribati, estableciendo empresas y usando las inversiones como razón para estar allí», denunció el ministro.
Pekín hoy simplemente se limitó a «valorar enormemente» la decisión, que hace que Kiribati recupere sus relaciones con la República Popular, cortadas en 2003, cuando el Gobierno de ese país decidió establecerlas con Taiwán.
Mientras tanto, el Instituto Americano en Taiwán (AIT), la embajada de facto de Estados Unidos en la isla, mostró su «profunda decepción» con la decisión de Kiribati: «Los países que establecen lazos cercanos con China principalmente por la esperanza de que tal paso estimule su crecimiento económico y el desarrollo de sus infraestructuras a menudo acaban peor a largo plazo».
La institución estadounidense, en un comunicado remitido a la prensa local, también habló de su «preocupación» por la «campaña china para presionar a los países y que rompan sus lazos con Taiwán», y renovó el apoyo del país norteamericano a la isla, considerada por Pekín como una provincia rebelde desde el final de la guerra civil en 1949.
El vicesecretario general de la Sociedad de Ley Internacional de Taiwán, Lin Ting-Hui, explicó hoy a Efe que los últimos cambios de bando en las naciones oceánicas se deben a que Pekín trata de reforzar su poderío militar marítimo.
«El presidente chino, Xi Jinping, busca expandir la influencia marítima de su país desde el Océano Índico hasta el Pacífico Sur a través de las naciones insulares de la zona, y esto influye sobre los intereses de EE. UU. en la región. (China) quiere construir bases operativas en esas islas para proyectar sus fuerzas militares», indicó.
Este experto puso en duda que perder como aliado a Kiribati -una nación que cuenta con poco más de 116.000 habitantes- vaya a «influir en las vidas» de los taiwaneses, pero sí que advirtió de que la ruptura «va a aumentar las probabilidades de reelección de la actual presidenta, Tsai Ing-wen, en las próximas elecciones».
Lin aludió a la posibilidad de que la intensificación de la campaña diplomática china refuerce el temor de los taiwaneses a Pekín y, por tanto, opten por la independentista Tsai para un nuevo mandato de cuatro años.
«Si el número de aliados diplomáticos de Taiwán acaba bajando a cero -explicó-, será más fácil para el país hacerse oír bajo el nombre de ‘Taiwán’ en el ámbito global», donde o bien no puede formar parte de instituciones internacionales o accede a ellas bajo nombres como ‘China Taipéi’.
Esto se debe a que Pekín exige a cualquier país que quiera establecer relaciones oficiales con la República Popular que reconozca el principio de «una sola China», que establece que solo existe un país con ese nombre y que, por tanto, la República de China (nombre oficial de Taiwán) es una provincia rebelde.
Así pues, China no acepta mantener lazos diplomáticos oficiales con ningún país que no los rompa con Taiwán.
Tras la ruptura con Kiribati, la isla se queda con solo quince aliados oficiales, entre los que hay cuatro en el Pacífico sur: Islas Marshall, Palau, Nauru y Tuvalu.
Desde que Tsai llegó al poder en 2016, Taiwán ha perdido como aliados a El Salvador, Burkina Faso, Santo Tomé y Príncipe, Panamá, República Dominicana e Islas Salomón, a los que ahora se suma Kiribati.