«Divide y vencerás» fue una frase que emplearon indistintamente el gobernante romano Julio César y el emperador francés Napoleón Bonaparte. Salvando cualquier distancia con las tácticas militares aplicadas por estas figuras históricas, hoy esta parece ser la estrategia política más clara de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe, en otro intento desesperado por desunir a los pueblos al sur del río Bravo y recuperar terreno en una zona que Washington sigue despectivamente considerando como «su patio trasero».
Este modus operandi ha sido empleado de diversas maneras al interior de la región. Ofreciendo a unos zanahorias y a otros el garrote, aplicando chantajes, promoviendo conflictos o dinamitando mecanismos autóctonos de integración, así ha obrado la administración estadounidense a lo largo de la historia. Consciente de los riesgos que entraña la unidad de Nuestra América para sus intereses imperiales, sus pérfidas jugadas políticas han atentado contra organismos integracionistas, como parte de la ola de restauración conservadora.
Por un lado, la Casa Blanca promueve el Grupo de Lima o la desprestigiada Organización de Estados Americanos (oea) como foros para intentar legitimar la guerra contra Venezuela y otros países que no se pliegan a sus designios. Por otra parte, estimuló a través de diversas maniobras la salida de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en 2018, y en 2019 de Ecuador; el abandono de Ecuador y Bolivia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (alba-tcp); y la reciente salida de Brasil de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Ahora, sus planes parecen dirigirse a separar a la Comunidad del Caribe (Caricom). El pasado año, el presidente estadounidense Donald Trump se reunió con gobernantes de escogidas naciones del área en la Florida. Entre los temas en la agenda del encuentro estuvieron la cooperación regional y la situación en Venezuela. Luego de la cita, el portavoz de la Casa Blanca, Hogan Gidley, mediante una nota de prensa, manifestó que la Corporación para Inversiones Privadas en el Extranjero (opic, por su sigla en inglés) priorizará a los cinco países con cuyos líderes se reunió Trump.
Este martes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, llegó a Jamaica, donde sostendrá encuentros con dirigentes de esa nación, entre ellos el primer ministro, Andrew Holnnes, y debe pronunciarse sobre la importancia de las relaciones del Caribe con EE. UU.
La primera ministra de Barbados y presidenta de Caricom, Mia Mottley, criticó este encuentro. «Como presidente de Caricom es imposible para mí estar de acuerdo en que mi canciller deba asistir a una reunión con alguien y que los miembros de Caricom no estén invitados. Es un intento de dividir la región», consideró.
¿Qué hay detrás de esta nueva jugada política de Washington hacia el Caribe? En primer orden, quizá
reunir los votos caribeños necesarios para una escalada contra Venezuela aprobada en el seno de la oea, además de someter a sus intereses a estos miembros de Caricom y aislarlos del resto de sus vecinos.
«En 2019 continuamos consolidando relaciones de amistad y cooperación con las hermanas naciones del Caribe, a las que nos unen históricos lazos y desafíos comunes. Vital importancia tendrá para el país la celebración de la vii Cumbre Caricom-Cuba, el próximo diciembre en La Habana», publicó en Twitter el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla.
Frente al nuevo intento imperial de separarnos, más unidad e integración en el Caribe y toda Nuestra América debe ser la respuesta, «para que no pase el gigante de las siete leguas».
Fuente: www.granma.cu