Responsabilidad fiduciaria de candidatos presidenciales

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En pocas semanas el joven dominicano, aquel primer votante, verá el futuro de su nación definir y perfilar un nuevo líder que guíe esta nación que ocupa unos tres cuartos de isla en que vivimos. En esta contienda tendremos en juego todas las conquistas sociales y económicas que, por distintas razones, no son de conocimiento total para este nuevo votante. Una serie de avances que sin importar color partidario preferido no se pueden negar; avances que vienen desde la recuperación de la crisis financiera de 2003 hasta la fecha. Esta disociación del votante experimentado, con historias ya vividas, contra esta impericia del nuevo votante pone en riesgo perder todo lo logrado como nación.

Desde el sostenido crecimiento económico, que sin ser perfectamente equitativo es la zapata necesaria de cualquier nación desarrollada, hasta el servicio público de atención a emergencias y seguridad (911) y el programa de protección y asistencia vial que son la envidia de nuestra centroamericana y caribeña, todo esto peligra si la decisión electoral venidera no es de estabilidad y permanencia coherente.

Y es que este proceso electoral evoca un concepto básico de finanzas y banca, el de responsabilidad fiduciaria. Esto se refiere al individuo (desde un banquero hasta un presidente) o institución (desde un banco hasta la presidencia) en que reposa el compromiso y la obligación de cuidar los recursos finitos y poseídos. El único candidato admisible a este nuevo votante desde ser innovador, cual sangre nueva política tenga, como poseedor de experiencia probada y que asegure el cuidado fiduciario de los recursos públicos. Sangre nueva con experiencia privada y de Estado solo la tiene Gonzalo Castillo. Perderemos todos, como nación, si no hacemos caso a la conclusión sabida del joven votante.

Autor: Guarocuya Batista Kunhardt

Fuente: Listindiario.com